13 noviembre, 2008

Margarita Occhiena

Margarita Occhiena, la madre de Don Bosco, le había criado con gran austeridad. Gracias a ello, Luego él pudo apoyarse mucho en ella para sacar adelante a sus “biricchini” . Cuando Juan era niño, su hermano mayor Antonio – hermano de padre – le pegaba frecuentemente porque no soportaba que Juan estudiase latín y Gramática, estudios que pudo hacer gracias a la generosidad del párroco de su pueblo y los vecinos de éste. Su madre no podía librarlo de la incesante persecución de su hermanastro Tenía alrededor de once años. Le dio un envoltorio con alguna ropa y sus libros, lo acompañó un trecho por los caminos nevados y sin derramar una lágrima para no afligirle lo bendijo y le dejó partir. “Adiós Juan, que la Madona te acompañe.” ¿A dónde iba Juan, lloroso y tiritante? A cualquier parte, adonde quisieran tomarlo de sirviente sin sueldo y por la comida nada más.

Las últimas palabras de Margarita Occhiena al morir que escuchó su hijo Juan, fueron estas: “Dios sabe cuanto te he amado en mi vida. Espero amarte más en la eternidad. Tengo la conciencia tranquila. He hecho mi deber como he podido. Parecerá que algunas veces fui demasiado rigurosa. Era mi deber serlo… Ve, mi querido Juan, aléjate de mi lado; tú sufres y me haces sufrir. Escóndete en tu cuarto y reza poor mí…¡Adiós¡”
Don Bosco obedeció y se fue a su cuarto a llorar y a rezar.
No volvieron a hablarse nunca más. Ella murió esa noche, asistida por José su otro hijo.

( De “El Bosco y su tiempo”)