05 noviembre, 2008

De San Juan Bosco ( 1815- 1886)

“ En Turín, a parte de sus estudios y del oratorio festivo ( los más de cuatrocientos muchachos desarrapados que recoge y a los que enseña un
oficio, catecismo etc. ) que va creciendo como una planta vigorosa, confiesa, predica, administra los sacramentos en los hospitales, en los asilos, en las cárceles.

“Confesar es su vocación. No le rinde la fatiga. Suele estarse horas y horas, con los pies fríos, en un rincón glacial, escuchando a los penitentes, que se renuevan a su alrededor. Mientras más gordos son los pecados de que se acusan, más alegría siente, viendo en forma tan palpable la operación de la misericordia divina.
Cuando se le acerca un nuevo cliente, su mirada sagacísima descubre, antes que el otro abra la boca, que especie de pecados son los que lo atormentan y lo llevan a sus pies.Adivina sus vacilaciones y su vergüenza, y lo alienta con palabras así:
- Vea amigo mío, hoy hoy solo tengo tiempo para confesar cosas graves; de modo que si usted no me trae sino bagatelas, le ruego que dejemos para más tarde esta confesión.
El penitente comienza a sentirse más animado pero todavía vacila. Don Bosco añade:
- Si tiene cosas graves, échelas sobre mí, y estaré contento, y el Señor estará más contento aún…
- ¡Oh, no dude que yo le voy a satisfacer¡- exclama con voz sorda y conmovida el penitente.
- ¡Gracias a Dios¡ ¿cuántos años hace que no se confiesa?.. ¡Hábleme como a un amigo que tiene el poder de perdonarlo en nombre de Dios¡ ¡Hábleme como al mismo Dios que sabe todo lo que usted me va a decir¡

Don Bosco había confesado en las cárceles y conocía la mortal vanidad que los criminales sacan de sus delitos (…) “ Qué me vas a decir a mí, que he estado doce años en galeras¡” “¡Y a mí que fui condenado a muerte y el rey me conmutó la pena¡”
Esa franqueza brutal, ese orgullo del crimen, las más de las veces no era otra cosa que necesidad de confesar, de descargar la conciencia en el pecho de un amigo. Don Bosco lo comprendía y encauzaba hacia el bien el instinto de confidencias de esos desventurados.”

( “Don Bosco y su tiempo “. Hugo Wasr. Ed. Palabra )



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