16 noviembre, 2007

“No se mueve una hoja del árbol…”

Ayer día de San Alberto Magno, patrón de los Químicos por sus conocimientos de Alquimia, pretendí hablar de él en la catequesis. No me dejaron, pero poco a poco todos se sabrán la Salve y me prestan atención en muchas cosas. San Alberto, el sabio mayor de la Europa de su tiempo, nació en 1206, fue Obispo de Colonia y Maestro de Santo Tomás de Aquino. Cuando a la muerte de éste, sus tesis fueron atacadas en La Sorbona, a sus 74 años hizo un viaje a París para defenderlas. Bastó su presencia para que fueran aceptadas.

Aproveché para llamar a mis amigas Químicas como yo. Una de ellas, Mila, casada también con un Químico esperaba para ese día su primer y deseado nieto. Recibí la llamada de Amparo, amiga de colegio. “Una mala noticia Rosa” – me dijo - “Victor tiene un cáncer de colón” Victor es su yerno. Cuarenta y cinco años. Un escalofrío me recorrió la espalda. Le dije que rezaría. En la misa, principalmente. Es el mejor sitio para pedir.

Ahora por las mañanas viene Marta a dibujar a casa. Son unas láminas preciosas de hadas nubes y estrellas. El mundo de Marta es un mundo hermoso, un mundo que hace sonreír. Hoy me ha dado una alegría: va a ilustrar la Agenda de Guadalaviar, el Colegio del Opus Dei en Valencia, al que ha ido de niña y que yo conocí, en 1959 un sábado en una meditación para universitarias. Hay cosas que no se olvidan nunca. La he dejado dibujando y me he ido a misa de 11 a Guadalaviar. El sacerdote nos ha dicho que era el aniversario de cuando consagró el altar San Josemaría. Me he alegrado de haber ido a esa misa, este día precisamente. Por la tarde he llevado a Alejandro ( mi nieto de nueve años, que ha sacado seis suspensos) a ver en una tienda un montón de láminas de su madre en el mejor escaparate. Luego hemos rezado juntos un padrenuestro en la Iglesia en que me casé.

“No se mueve una hoja del árbol sin la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos.”