9 de noviembre de 1989
Ayer recordé que hoy tendría que felicitar a Tere. Pensé, que Tere nació en un día hermoso: la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Tere ha hecho mucho bien en esta vida. Natural de Molina de Aragón y mayor de ocho hermanos, interrumpió su Licenciatura en Letras para ejercer su titulación de Maestra, porque tenía que ganarse la vida. Quienes la han tenido como tal, siempre tendrán que agradecer eso en la vida. Ella fundó la Escuela de Hostelería y Turismo “Altaviana” ( (nombre de una de las colinas de Molina de Aragón) que hoy tiene gran prestigio en su ramo, y empezó, como el grano de mostaza, con unas clases jueves y sábados para enseñar a leer, escribir, cuentas, corte, confección y catecismo a las pocas “siervientas” que acudían a un piso alquilado de la Gran Vía Marqués del Turia donde se daban las clases.
A las seis, como todos los jueves, acudí a la parroquia a dar catequesis y a propósito del estudio de la Salve, pregunté a los niños: “¿Quién me dice por que llamamos a la Virgen “Esperanza nuestra?” Alguno dijo: porque es nuestra madre. No me conformé. Entonces Alejandro levantó la mano y dijo: “Porque es nuestra única solución”. No pude por menos de decirle “¡Viva tu madre¡”. Por su boca había hablado el Espíritu Santo.
Por la noche vi la película “La vida de los otros”, que cuenta la terrible vida de la Alemania del este, dominada por el comunismo. En ella aparece: un letrero: “9 de noviembre de 1989, caída del muro de Berlín.” Me encantó la coincidencia de fechas. Recordé a Juan Pablo II, a quien se debe, en buena parte, la caída del muro. Tuvo lugar en un aniversario de la fundación de la catedral del Obispo de Roma.
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