14 noviembre, 2007

Isabel Canori

Nace en Roma en 1774. “Desde niña me dediqué por entero al Señor. Me agradaba hablarle, contarle lo que pensaba. Le ofrecía pequeños sacrificios, no por el hecho de padecer, sino por querer así fortificar mi voluntad, controlar tendencias malsanas y dirigir mi pensamiento, bien entrenado y controlado, hacia todo lo bello y bondadoso. Sentía un íntimo
Sentimiento de su Presencia en mi interior que me ayudaba a perseverar en la paciencia ante las dificultades”. “Dios que hermosa es tu luz. Cuánto consuelo hay en la comunicación contigo. Cómo noto la asistencia de tu Espíritu cuandio mi corazón pide protección.”

Se casa a los 21 años con Cristóbal, un joven abogado de buena familia. Sabe de la infidelidad de su marido. Le habla, le hace ver la incompatibilidad de amar a dos mujeres o incluso a más. Sufre mucho, se esfuerza por reconquistarlo y pone esa situación en manos de Jesús. Cree en el matrimonio y ama a su marido pese a que mi interior me dice que le
rechace, que le deje. Cristóbal persiste en su infidelidad. Comparte su vida y sus ingresos con la otra mujer. Isabel y sus dos hijas saben lo que es la pobreza. “Teníamos días en que a penas contábamos con un pedazo de pan”

Isabel intensifica su espiritualidad y se hace terciaria trinitaria. “En Jesús encuentro consuelo y perdón hacia mi marido; perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos…” “Señor, mi impaciencia, mi resentimiento, mi enojo también se deben a mi orgullo. Creo que tengo derecho a enojarme , pero Tu quieres que acepte lo que yo con mis fuerzas no puedo cambiar (…) que mi memoria no se aliumente del pecado de mi esposo, al que perdono de corazón y pongo su vida a tus pies. Señor tu dijiste que habría mucha alegría en el cielo por un pecador que se convierta. Por la conversión de Cristóbal te ofrezco todo el dolor que tengo. Ofrezco mi vida por su conversión.

Reza ella y rezan sus hijas. “No olvidéis el amor y el aprecio que debéis a vuestro padre. Por su medio estáis en este mundo. Rezad por él y perdonarle siempre”

“He querido cambiarle, pero mi marido obra libremente pensando solo en él. Sufro su abandono pero no puedo hacer lo mismo que él. No puedo usar mi libertad para ser negativa y caer en la ira y en el desasosiego”.

Isabel confía año tras año que su oración, su sacrificio, el ofrecimiento de su propia vida tendrán sus frutos.
Cae enferma. Su enfermedad es breve, fallece el 5 de febrero de 1825 a los 51 años de edad. Sus –últimas palabras fueron: “Señor que mi vida que acoges ahora sea la nueva vida para Cristóbal al que amo y perdono. En tus manos lo dejo”.

Transcurridos varios meses, Cristóbal tiene una conmoción. “Reconocí en un instante la conducta con mi mujer y con mis hijas.Vi su talante, su fe , su grandeza humana y espiritual. Lloro amargamente uy abandono mi poromiscuidad sexual”.
Se despoja de su vestimenta y con ropa sencilla peregrina descalzo por las calles de Roma. Se hace Terciario Trinitario “porque ella lo fue y quiero seguir su ejemplo”. En 1833, con 56 años ingresa en los franciscanos y se ordena luego sacerdote. Fallece santamente en 1845 a los 68 años.

Juan Pablo II beatificó a Isabel Canori en 1994 Año Internacional de la Familia. Sus fiesta se celebra el 4 de febrero y sus restos se conservan en la Iglesia de los Trinitarios españoles de San Carlino, en la calle de las Cuatro Fuentes en Roma.