¿Ropa o zarrios?
Si hay algo que en otro tiempo era gratificante para una mujer y ahora ha dejado de serlo es salir a comprarse ropa. Y no porque con los años una ya no es lo que era o haya engordado en exceso, sino porque se hace realidad una frase que empleaba mi madre, cuando mi hermana y yo no nos arreglábamos a su gusto: “parece que te visten tus enemigos”. En este campo las cosas no han cambiado para bien. ¿Dónde están esos trajes elegantes, discretos, favorecedores, que trataban de realzar el cuerpo de una mujer y no de hundirlo en la miseria? ¿Por qué es imposible encontrar una falda de longitud normal y hay que llevar en verano pantalones como en invierno? ¿ Sólo hay mujeres de quince años? Pero aunque así fuera ¿Son bonitas esas mini faldas, que apoyan en las caderas dejando al aire ombligo y riñones? Decía Forges, no hace mucho, que en los años sesenta se llevaban los pantalones “pata de elefante”, luego vinieron los pantalones “pitillo” y ahora tenemos los “pantalones cantinflas”. A Cantinflas se le caían siempre los pantalones, se le escurrían. Era parte de su comicidad. Pues eso que él llevaba para hacer reír, llena nuestras aceras, dejándonos ver más de lo que quisiéramos, ya que solo por moralidad: un cuerpo estético no es patrimonio de todas. Hoy se desviste a la mujer en lugar de vestirla, y con ello se le hace un flaco servicio, que siempre la tela sobre el cuerpo, además de preservar la intimidad, le da misterio y a veces, le da también juventud.
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