20 septiembre, 2006

Rincón de libros

Quienes leemos, sufrimos mucho. Sobre todo cuando los libros que se leen son libros que iluminan, que impulsan, que dan alas, que esclarecen verdades que tocan en lo profundo el corazón humano, cuando no se lee
ni a tontas ni a locas, cosa de lo más insensata, sino que la lectura está aconsejada, dirigida por quienes, además de tener sólido criterio, no les da lo mismo desparramar su vida tontamente, que pasar por el mundo haciendo bien.

Y decía que sufrimos mucho porque no se puede disfrutar algo sin tratar de transmitirlo (el bien de suyo, es difusivo). Y esto a veces no es fácil y por ello se sufre. Sucede a veces que dentro de la lectura hay un pensamiento que nos sorprende gratamente – como a mi me sorprendió el que Ortega y Gaset dijera que la definición más científica del mundo se encuentra en la Salve: “valle de lágrimas” -, que expresa brillantemente aquello que tal vez intuiamos. En definitiva, la expresión de una idea que nos atrapa. Entresacamos entonces ese pensamiento o párrafo y lo convertimos en una cita. Enriquecerá nuestro fichero. Podremos utilizarlo ( sin omitir la fuente) en nuestra escritura o en nuestra conversación y quizá, y ello es importante, incorporar su sentido a nuestra propia vida. Hacerlo vivir en nosotros. Asimilarlo. Es en éste sentido, aunque no con estas palabras, como decía Carmen Martín Gaite que debían vivir los libros: en las mentes de quienes los leen.

Pero también puede suceder que el libro entero nos haya cautivado. Hay que recomendarlo entonces. Aunque quien lo lea no lo termine, como a veces pasa con un buen postre. Llevo desde mi juventud, leyendo mucho y he cumplido los sesenta. Quizá sea esta esa bendita hora, de la que habla Chevrot, en la que “ el pensamiento se decanta y se vuelve más lúcido”. Valga este dato personal para justificar mi pretensión de ser una buena “aconsejadora de libros”. Es lo que me gustaría hacer desde aquí, desde este “Rincón de libros”, si es que “Paraula”, me da esa oportunidad. Siempre se ha dicho que la buena lectura ha hecho muchos santos. ¿No es este un buen aliciente para todos nosotros?


(artículo que enviaré a "Paraula" para lejos de "contribuir a la confusión general"
escribir allí dando buen pasto.