09 junio, 2006

Cuentista

Mi madre me decía de niña: “eres una cuentista”. Tenía razón. Me he pasado la vida contando cosas. Diré mas: contando cosas bonitas y verdaderas: en los periódicos de Valencia, en el Diario de Teruel, en “Aleluya, en Ágora, en Paraula… en donde puedo. Tambien aquí, ilusionadamente, escrito sobre el viento… De niña, fundé en el Colegio el “Club de las Charlatanas”, mi padre al que el asunto le hizo gracia, se pasó un buen rato de la tarde, sobre la camilla del cuarto de estar, dibujando para él el escudo: una gran lengua roja con una hermosa corona encima… De abuela mi hijo mayor me ha abierto este foro y muy buena cosa ha hecho, a fe mía.

Lengua, pluma o teclado se puede emplear bien o mal. Emplearlos para el mal es una majadería. Por cierto, San Josemaría llamaba a veces cariñosamente a un hijo suyo: “¡majadero¡” Es palabra aragonesa, mi madre también me lo decía a mí, menos cariñosamente. Majadero es el que está en la majada. Mucho encarece él el silencio: “Cuando no puedas alabar, cállate” y otra muestra: “ Después de ver en que se emplean ¡íntegras¡ muchas vidas (lengua, lengua, lengua, lengua con todas sus consecuencias) me parece más amable y más necesario el silencio. –Y entiendo muy bien que pidas cuenta, Señor, de la palabra ociosa” (Camino,nº447). Trataré de tenerlo en cuenta.