19 febrero, 2006

Vega

Ha nacido mi nieta Vega. ¿Qué será de ésta niña?, fue casi la primera cosa que pensé al ver su carita redonda y sonrosada. Qué esperará Dios de ella al traerla al mundo. Porque lo cierto es que es Él, el que aquí nos desembarca ( “Yo no sé como Dios te tejió en mis entrañas” decía la madre de los Macabeos dirigiéndose al último de sus hijos). Y cuando lo hace, nos tiene preparada una misión de cuyo cumplimiento, aún con borrones y tachaduras, dependen cosas estupendas que unas veremos aquí y otras en la otra ribera. Vega ha llegado a éste mundo rodeada de mucha oración. Envuelta en ella, como en una nube. El nacimiento de Vega me preocupaba: una segunda cesárea , cuando hacía poco tiempo de la otra. Así es que me dediqué a allegar cuanta oración pude de mis muchas buenas amigas, entre las que tengo el privilegio de contar a las Carmelitas Descalzas de Caudiel. Recientemente he leído un libro de Jose Luis Olaizola: “De vuelta a Roma a través de Filipinas”, en el que con, estilo familiar y desenfadado nos cuenta una serie de experiencias habidas en sus encuentros con la “buena gente” que va conociendo por el mundo. Entre ellas habla de como el Padre Alfonso de Juan, misionero jesuita, lleva cuarenta años en Tailandia luchando contra esa vergüenza de nuestro mundo que supone el empleo de niños en el llamado “turismo sexual”. El padre Alfonso, para rescatar a esos niños, se dedica a captar becas de cien euros, que cubren un año de escolarización, vestuario y alimentación. En España hay una cuenta abierta desde la que se le han enviado cientos de becas. Si se desea colaborar, puede hacerse a Cajamadrid, cuenta “Somos uno”, 2038 2405 31 60001922025. Ayudar con la oración también vale.