Memoria de los días
Pasan raudos los días, cada uno con su afán, y cargados de sucesos, algunos de los cuales de los que quisiera hacer memoria, antes de que se evapore ese recuerdo feliz que merece ser reseñado. Hoy, 29 de mayo festividad del Corpus Christi, en el que Jesucristo, en la magnífica custodia renacentista saldrá por la puerta gótica (la de los Apóstoles) de la hermosa Catedral de Valencia y paseará por nuestras calles para recibir el homenaje de quienes le queremos y para hacerse el encontradizo con quienes le buscan sin saberlo, vuelvo la vista al día 27 aniversario del nacimiento de mi madre, que celebrará en el cielo. La lectura del fragmento del Eclesiástico ( Si 44,1.9-13) que se leyó en la misa, me resultó evocador. Hablaba del elogio de los antepasados :
“Hagamos ya el elogio de los hombres ilustres
de nuestros padres según su sucesión.
Grandes glorias que creó el Señor,
grandezas desde tiempos antiguos.”
Y después de hacer memoria de soberanos, consejeros por su inteligencia, profetas, guías del pueblo, inventores de melodías, poetas..., hombres “honrados en su generación, que fueron en sus días objeto de gloria”, pasa a decir:
“ De otros no ha quedado recuerdo,
desaparecieron como si no hubieran existido,
pasaron cual si a ser no llegaran,
así como sus hijos después de ellos.
Más de otro modo estos hombres de bién,
cuyas acciones justas no han quedado en olvido.
Con su linaje permanece
una rica herencia, su posteridad.”
No diré una palabra más. Que las palabras de la Escritura arranque de cada cual esos vivos destellos tan verdaderos y tan consoladores
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