15 mayo, 2005

Fiesta de Pentecostés

Siempre me ha entusiasmado la fiesta de Pentecostés, cuando la Iglesia echó a andar entre las naciones, tal como nos la cuentan los Hechos de los apóstoles: “Partos, medos, elamitas, los que habitan Mesopotamia, Judea, Capadocia , el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de Libia confinando con Cirene y los forasteros romanos judíos y y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras propias lenguas las grandezas de Dios.” Los acontecimientos vividos en Roma el mes pasado nos dan una imagen plástica inolvidable de lo que debió ser aquello. Gentes de toda raza pueblo y condición estaban allí, en la Plaza de San Pedro en torno a los restos mortales del queridísimo Juan Pablo II. La imagen del viento agitando las páginas del Evangelio, colocado sobre su ataúd era una invitanción clara a “aventar el evangelio”. Internet, no es mal medio para hacerlo. Quiero hoy dejar en él la hermosa Secuencia que hoy se lee en la misa. Es una joya. Su autor, Lamberto es un obispo ingles del siglo III. Que la disfruten, quien pueda.

Secuencia de Pentecostés

Ven, Espíritu divino
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito
guía al que tuerce el sendero

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
Y danos tu gozo eterno.