Emaus
El primer día de la semana, el Domingo de
Resurrección, dos hombres vuelven de Jerusalén a Emáus, a su quehacer diario con el corazón roto: A
Jesús el Nazareno, “poderoso en obras y palabras”, de quien tanto esperaban, la
autoridad religiosa lo ha hecho morir en una cruz. Mientras van de camino hablan de lo sucedido
en es días. Jesús les da alcance, se
pone a su lado y se mete en la conversación: “ ¿Qué asuntos son esos que discutís entre vosotros
caminando?”. Conocemos la escena (Lc24, 13) nos ha conmovido muchas veces.
Rembrand nos ha dejado un hermoso cuadro
de la cena con ellos cuando al llegar a Emaus Jesús hace ademán de pasar de largo. “Quédate con
nosotros porque anochece”. Jesús pacientemente las ido explicando las
Escrituras: “¿No era necesario que Cristo padeciese todo eso para entrar en su
gloria?”. Y comentando esa pregunta dice Brukberger: “Ahí está el núcleo de la
revelación cristiana: sí, la desgraciadle hombre es la maravilla del universo,
porque le abre la vida eterna. Así nos guste o no , no hay otro medio de entrar
también nosotros en la gloria y en la compañía de Jesucristo sino por el camino
del sufrimiento y por la puerta de la cruz”. Lo sabemos.
Y sigue: “… Por mediocres que
seamos los cristianos, cuando hablamos con respeto y con cierta comprensión
sobre nuestra religión, no hacemos más
que reanudar y prolongar esa apacible conversaciónque calentaba el
corazón de esos tres hombres, en un camino de Judea donde se extendían ya las
sombras del crepúsculo.”
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