05 abril, 2018

Emaus



 El primer día de la semana, el Domingo de Resurrección, dos hombres vuelven de Jerusalén a Emáus,  a su quehacer diario con el corazón roto: A Jesús el Nazareno, “poderoso en obras y palabras”, de quien tanto esperaban, la autoridad religiosa lo ha hecho morir en una cruz.  Mientras van de camino hablan de lo sucedido en es días. Jesús les  da alcance, se pone a su lado y se mete en la conversación: “ ¿Qué  asuntos son esos que discutís entre vosotros caminando?”. Conocemos la escena (Lc24, 13) nos ha conmovido muchas veces. Rembrand nos ha dejado un hermoso cuadro  de la cena con ellos cuando al llegar a Emaus Jesús  hace ademán de pasar de largo. “Quédate con nosotros porque anochece”. Jesús pacientemente las ido explicando las Escrituras: “¿No era necesario que Cristo padeciese todo eso para entrar en su gloria?”. Y comentando esa pregunta dice Brukberger: “Ahí está el núcleo de la revelación cristiana: sí, la desgraciadle hombre es la maravilla del universo, porque le abre la vida eterna. Así nos guste o no , no hay otro medio de entrar también nosotros en la gloria y en la compañía de Jesucristo sino por el camino del sufrimiento y por la puerta de la cruz”. Lo sabemos.

Y sigue: “… Por mediocres que seamos los cristianos, cuando hablamos con respeto y con cierta comprensión sobre nuestra religión, no hacemos más  que reanudar y prolongar esa apacible conversaciónque calentaba el corazón de esos tres hombres, en un camino de Judea donde se extendían ya las sombras del crepúsculo.”