Julio
Lo conté hace muchos años en “Aleluya”, y ahora lo cuento aquí porque hay testimonios que resisten el tiempo. Gloria, una mujer madre de ocho hijos, mucho mayor que yo, a la que siempre admiré por la coherencia de su vida cristiana, me contó la muerte de su hijo Julio. Se lo agradecí, Julio tenía entonces 30 años era Alférez de navío y era padre de tres hijos: cuatro años, dos años y uno de dos meses. Perdió su vida en el mediterráneo cuando enseñaba vela a dos jóvenes que estaban haciendo el servicio militar bajo su mando. Quería a sus marioneros: organizó un equipo de baloncesto, otro de fútbol, les enseñaba vela.. La cosa ocurrió así: los dos inexpertos desoyeron el consejo de su Alferez, se sentaron al mismo lado de la barca y ésta volcó y no hubo manera de darle la vuelta. Estaban a 6 kms de la costa. Uno de ellos sabía nadar y se fue. El otro apenas sabía mantenerse y Julio se cquedó con él sobre el casco esperando ayuda. Divisó un barco a lo lejos y nado hacia él. No lo vieron. Regresó con su compañero a esperar. Julio propuso rezar, el otro no sabía. “Reza conmigo”. “No creo, si me salvo creeré”.Se salvó. Anochecía y la ayuda no llegaba. Julio le dijo: “Con dos horas y un par de, llegamos a la costa. Yo nadaré detrás de tí, procura no hacer resistencia”. Le aconsejó como dar las brazadas y se echaron a la mar. Se divisó un barco y el alarido del marino fue tal que aunque no lo vieron a él – en el mar no se ve nada- lo oyeron y lo recogieron, A Julio no lo encontraron. ¿Un calambre? Êl agotamiento y la tensión soportada?. A la mañana siguiente, sábado 7 de mayo encontraron su cuerpo. A su mujer le entregaron el escapulario de la Virgen del Carmen – Patrona de la gente de mar – de la que era muy devoto desde niño. “Yo no ganaba para escapularios” - dijo Gloria cuando me contaba la muerte de su hijo – porque perdía muchos y no quería estar sin él y cuando no le compraba se ponía uno de tela. Le agradecí que me contara todo esto con una serenidad alegre. “Julio está en el cielo”- me dijo – “Él no hubiera tenido problema para llegar a la costa”. Me dio un recordatorio suyo. En él se lee esta oración marinera:.” Tú que dispones del viento y del mar/ haces la calma y la tempestad / Ten de nosotros Señor piedad / Piedad, Señor, Señor , piedad.”
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