30 julio, 2014

John Pridmore, nos cuenta

Recientemente he leído “De la tierra del delito a la tierra prometida” editado por Rialp, que cuenta el testimonio de John Pridmore, metido en drogas, perteneciente a los bajos fondos de Londres, portero discoteca que espulsa a puñetazos a quienes se demoran en la hora de cierre…De niño pertenecía a una familia feliz, se querían.. cuando tenía diez años sus padres les dijeron a su hermano David y a él que tendrían que decidir con quien querían vivir de los dos porque se iban a divorciar. Se le rompió el corazón y decidió no querer nunca a nadie. Empezó a robar en grandes almacenes para llamar la atención y se aficionó a ello por el riesgo de la aventura y así fue subiendo hasta llegar al narco tráfico etc. Un día volvió a Dios. Él lo cuenta así: “Al llegar, me senté en el sofá y pensé en lo desordenada que era mi vida. Me sentía deprimido y vacío. Eran cerca de las nueve de la noche. Después oí lo que solo puedo describir como una voz, que me iba contando las peores cosas que había hecho en mi vida. ¿Sería la televisión? Cambié de canal. Pero la voz seguía ahí. Apagué la tele ¿Qué coño estaa pasando? ¿Me estaba volviendo loco?. Entonces algo hizo clic dentro de míy caí en la cuenta: era la voz que todos escuchamos, cuando hemos hecho algo bueno y también algo malo. Era la v oz de Dios, la voz de la conciencia. Respiraba entrecortadamente como si estuviera muriéndome, y empecé a sentir un miedo profundo. “Voy a ir al infierno”, pensé. Me puse de rodillas y los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas. “¡Dame otra oportunidad¡, supliqué llorando. De repente, sentí como si alguien me hubiera puesto las manos sobre los hombros y quisiera levantarme. Me sobrevino una calidez indescriptible y el miedo se evaporó de inmediato. Supe – verdaderamente supe, no solo creí -, en ese preciso instante que Dios era real.” Aunque continúa contándonos aquella expetiencia, yo lo dejo aquí. Desde la página 100 del libro a la 252, John Pridmore trabaja sin tregua por el reino de Dios, y su apostolado mueve masas.. El libro engancha y uno recuerda esa frase de Cristo: “A quién mucho se le perdona, mucho ama.”