19 noviembre, 2013

Mi padre

El 18 de noviembre, fué el aniversario de la muerte de mi padre (1914-1957). Una muerte relativamente dulce por lo imprevista. Cuando llegó, había llenado su copa, su copa de sufrimiento. Cada cual llenaremos la nuestra, porque de aquí nadie se va de rositas. Pero nos espera el cielo, si somos sensatos y por serlo, somos humildes. Decía Chesterton, que Alicia para entrar en el País de las Maravillas, había tenido que empequeñecerse…Cómo cuesta. ¿verdad?. ¡Que fácil “subirse a parra” o a “ponerse moños”. Desde el primer momento, no dudé del cielo que esperaba a mi padre. “Señor, ¡mi vida por la suya¡” exclamó mi madre cuando él agonizaba. En medio de la sorpresa, con que veía que se iba, mientras le besaba repetidamente la mano, supe que esa petición de mi madre, Dios no la escucharía. Mi madre debía quedarse: mi hermana tenía 15 años y yo 17. Gracias a ella, salimos adelante las dos: estudiamos Químicas, nos casamos y fuímos felices, sin comer perdices. Mi madre, como quien no quiere la cosa, llegó a todo. En los 80, la hubieran podido tildar despreciativamente de “maruja”, porque en su D.N.I., al lado de “profesión”, se leía “sus labores”. Tiempos cegatos. Hoy ya no, viene bién comer de caliente y a mesa puesta al salir del trabajo. “¡Abuelas al poder¡” que decía aquella. Otros años, este día recordaba la festividad: “Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo”, y caía en la cuenta de que mi padre, que no tuvo hijos y le hubiera gustado, ha tenido entre sus nietos, a dos hermanos: Pedro y Pablo.. Éste año, he tenido una grata sorpresa al leer que además de la “Dedicación”… se celebra a Ntrª Srª de la Divina Providencia.. A mi madre le hubiera tranquilizado saberlo.

1 Comentarios:

At 23 noviembre, 2013 09:18, Blogger misael escribió...

entrañables recuerdos. gracias por compartirlos

 

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