LOs atrios de las Iglesias
El atrio de la Iglesia de San Juan y San Vicente que dá a la calle “Jorge Juan” era un alegre espacio con árboles y tenía bancos adosados al muro. La reforma del mismo, con razones funcionales sin duda poderosas, se ha cargado árboles y bancos. Estos últimos hubieran podido y debido conservarse, pese a que con dicha reforma el patio haya perdido su encanto. Los bancos en el atrios de las iglesias son importantes. Deberían tenerlo en cuenta los arquitectos que diseñan y la autoridad eclesiástica que aprueba, ya que completan el ámbito cálido de acogida que debe circundar a una iglesia. Siempre deben propiciarse el diálogo y el descanso, que humanizan la vida, y los bancos ayudan a ambos: “Ya a mi edad nadie me quita / de sentarme , como vés / a la sombra del ciprés/ en el atrio de la ermita” que decía Eduardo Marquina en una de sus obras de teatro. Como es sabido, la citada Iglesia, en su puerta a “Isabel la Católica”, tiene un bonito atrio ajardinado, con dos banquitos de azulejos de pañoleta blancos y verdes. Antes esos bancos, llegaban hasta el final del muro, y había además dos pequeños a mitad de los muros adyacentes, que alguién mando quitar, según dijeron, porque al anochecer no estaban iluminados. Hoy este bonito jardín interior es un grato refrigerio enclavado en el frío asfalto, que invita al encuentro y a la confidencia. Sería bueno, si podemos, salvar los bancos que nos dejaron quienes nos precedieron.
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