16 junio, 2013

Me dieron la estampa, justo ese día

Aunque conocía algo de la Historia de Gaudí, de la austeridad de su vida, de su religiosidad, así como también del proyecto y ejecución de “La Sagrada Familia”, que había visitado un par de veces, fué al verla en televisión -, visita de Benedicto XVI- cuando su grandiosidad, belleza, e increible altura contemplada tramo a tramo me resultaron sobrecogedoras. El derroche de luz que lo indundaba todo y parecía que uno estaba en el cielo. Desde entonces pensé que Gaudí, no solo había sido un arquitecto genial, sino un santo. El hombre que había proyectado aquello, creía con toda su alma, ese hombre adoraba a Dios. Pues bién, el pasado 10 de junio, me regalaron una estampa suya – está en proceso de beatificación - con “La Sagrada Familia” al fondo. Por ella supe que Antonio Gaudí, murió el 10 de junio de 1926. Me encantó la coincidencia. No me resisto a copiar su semblanza: Antoni Gaudí y Cornet nació el 25 de junio de 1852. Desde pequeño se familiarizó con lo volúmenes y las formas en el taller de calderería de su padre, en Reus. Acabado el Bachillerato en los escolapios de Reus, estudió Arquitectura, la gran pasión de su vida, en Barcelona. En 1883 recibió el encargo de las obras del templo, empoezadas poco antes. En los cuarenta años que trabajó en él y más en los diez últimos de su vida, que lo hizo con dedicación exclusiva puso su arte y todas sus energías al servicio de la gloria de Dios. Desde el principio se identificó con la finalidad religiosa y expiatoria del Templo fundado por el librero Josep Mª Bocabella y si Asociación Josefina. Gaudí tuvo unb carácter decidido y fuerte, pero era alegre y amigo de la gente. Convencido de que sin sacrificio es imposible hacer progresar las cosas se entregó a una vida austerísima de oración y desprendimiento. Amó la liturgia de la Iglesia y fue devoto de la Santísima Virgen, de San José de los ángelesa y de los santos. La Pedrera la concibió como un monumento a la Virgen del Rosario. Gaudí había mostrado su deseo de morir en un hospital rodeado de pobres y este deseo se hizo realidad, cuando fue atropellado por un tranvía y, al no reconocerlo y verlo pobre, lo llevaron al Hospital de la Santa Cruz, donde falleció el 10 de junio de 1926. Sus últimas palabras fueron: “Amén, Amén. Dios mío, Dios mío”. Su tumba está en la cripta del templo.