18 agosto, 2011

Víctor

La mejor noticia del verano es que Víctor, yerno de mi amiga Amparo, que lleva tres años luchando con un cáncer de hígado – que si no ha podisdo con él, para mí que ha sido en buena parte por la constante oración de su suegra y las que ésta ha podido allegar, que son muchas, se ha confesado y ha recibido la Unción de Enfermos. Bueno será decir que Víctor – que eso sí se casó por la Iglesia – no iba por ella desde muy joven, ahora tendrá alrededor de los cuarenta y cinco. Cuando mi amiga me llamó a Jávea para decírmelo, se me puso la carne de gallina y la noticia, me compensó con creces el día no demasiado bueno que había tenido.

La última vez que ví a Amparo, antes del verano, me contó que había ido a ver a su yerno y éste que logicamente la aprecia – no se pouede rezar mucho por alguién y no ganarse su corazón por muy suegra que se sea – le dijo : “Amparo, nunca te he contado mi vida…” y se la contó. Víctor que siempre ha sido un hombre silencioso estuvo hablando durante más de dos horas, mientras su suegra lo alentaba a seguir hablando sonriendo en silencio. Lo encontré admirable dado el parentesco, diferencia de edad y sexo. Al despedirme, le dije Amparo algo que ella tenía muy claro: “ Víctor tiene que morir sacramentado” - y añadí - : “ yo te ayudaré. Lo conseguiremos.” Aunque hacía tiempo que estaba rezando por esa intención, cogí el autobús de vuelta encomendando el asunto, confiadamente a San Josemaría Escrivá.

Amparo – después de quedarse víuda - pertenece al Movimiento de Franciscanos de María. Lógicamente, con su oración, la gente de su grupo ha ayudado mucho a conseguir esta gran gracia para Víctor. ¡Que hermosa es y cuanto poder tiene la comunión de los santos¡

Confesó y le dio la Unción de Enfermos un sacerdote de 71 años, primo hermano de Antonio – el marido de Amparo – que salió encantado de las disposiciones y actitud de Víctor después de la hora y cuarto que estuvieron juntos.

Me contó Amparo – media hora de móvil de la alegría que teníamos las dos – que Pepe, el sacerdote, cuando jugaba de niño con sus dos primos, el sacerdote siempre tenía que ser él, los otros dos tenían que conformarse con ser monaguillos…