31 julio, 2017

Viaje a la vega

Cuando salíamos en coche hacia la Vega, mi hija, dos de sus hijos y yo, dije en voz alta, como siempre, la oración del viaje: “Santa María: intercede por nosotros para que tengamos un buen viaje, que el Señor esté en nuestro camino y que sus ángeles nos acompañen” Deber cumplido, pensé pero tras ella mi gente añadió: “San Rafael, ruega por nosotros; San Gabriel…; San Juan..; San Josemaría.. Con ese cortejo uno puede irse seguro a las antípodas. Pero pinchamos. El coche atiborrado, hora de comer pasada.. sin embargo nadie se puso nervioso, ni dijo nada negativo. Gracias a Dios, pudimos llegar a un taller que estaba a kilómetro y medio. Mientras nos lo arreglaban, salimos al campo ¡ que delicia¡ aún con aire caliente y todo. Mi nieta (11 años ) se acercó a mí y me dijo: “cuando la rueda pinchó yo me puse a rezar”. Le contesté: “yo también, a mi amigo Isidoro Zorzano, que me hace siempre multitud de favores”. Luego encaminé la conversación sobre la suerte que teníamos las dos de saber rezar y la obligación que teníamos de compartir eso. Y me dice: “Abuela ¿ tú has hablado de Dios a mucha gente? Le contesté. Después, me dijo cosas suyas muy bonitas que no cuento pero están grabadas en memoria junto a un paisaje de pinos, cielo azul y nubes aborregadas.