10 mayo, 2016

Pascal

“Solo existen dos clases de personas razonables: las que sirven a Dios con todo el corazón porque le conocen, y las que le buscan con todo el corazón porque no le conocen”( José Ramón Ayllón, “Dios y los náufragos). Pues bien, me conmovió que la lectura de los “Pensée” de Pascal jugara un papel importante, además de la gracia de Dios, en que Takashi Nagai, médico, que llevó la radiología a la Universidad de Nagasaki y murió a consecuencia de la radiación recibida seis años después de que la segunda bomba atómica incinerara a su mujer y su casa, llegara a una vida cristiana activa desde su sintoismo nativo, pasando por el racionalismo ateo. La frase de Blaise Pascal “El hombre es una caña que piensa” que había oído en el bachillerato, que “sonaba a japonesa y podía haber dicho un sacerdote budista” le tocó entonces. Luego lo de adulto tuvo oportunidad de conocer a este pensador francés del siglo XVII que además había inventado la jeringuilla y el barómetro. (Paul Glynn, “Requien por Nagasaki”)