Diálogo con Juan Arnau
Leí en el Semanal de “El País”del 20 de septiembre, sección “la mirada” el artículo “¿Quién soy?” ( la Filosofía sale a la calle par ayudar a entender el mundo). En él había dos citas de Juan Arnau, a propósito de su último libro “Manual de Filosofía portátil” (Atalanta), que quisiera comentar. Respecto a la relación entre la filosofía práctica y la necesidad de tener un maestro, el autor escribe: “Los orientales dicen que cada ser humano nace con tres deudas. Una a los dioses, que se paga con ofrendas; otra a los padres, que se salda cuidándolos en la vejez, y otra al gurú. Ésta última no se liquida nunca”. La cita tiene su aquel y me ha traído a la memoria unas conmovedoras palabras que San Pablo dirije a los corintios: “No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino más bien para amonestaros como a hijos míos queridos. Pues aunque hayáis tenido diez mil pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús.” (1 Cor. 4,14-15) Son las palabras de un padre que espera respuesta, que lo ha dado todo y a veces tiene que recordarlo. Cuando se habla de gurus, no puedo dejar de pensar que si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo. Creo que nadie puede guiar la vida de otro si no es el eco del que, por derecho propio, es el único Maestro. La salvación viene de los judíos. La otra cita de Juan Arnau, es desde luego hermosa: “ Estamos en el mundo para buscar el conocimiento. Es torpeza perseguir la felicidad. Solo si tenemos la oportunidad de conocer, podremos acercarnos un poco a la idea de ser felices.”. Estoy de acuerdo: hemos venido al mundo para conocer. de paso seremos felices aunque sin comer perdices. Pero aún necesitando los conocimientos, el primero de ellos es saber para qué estamos aquí, qué se espera de nosotros. Yo,lo aprendí de niña en el Catecismo: a la primera pregunta “¿Para que fin fue creado el hombre?, seguía la respuesta: “El hombre fué creado para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y después verle y gozarle en la otra.”. Saberlo es tranquilizador y estimulante. Después aprendí el cálculo diferencial, las integrales triples, los ácidos grasos y las leyes de la Termodinámica. Lo he olvidado todo. Queda en pié esa pregunta del Catecismo, que me ha arreglado la vida hasta klos 74 años, por lo que no puedo menos de dar gracias a Dios.
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