15 marzo, 2006

Andar con contemplaciones

He aquí algo que todos deberíamos tener en cuenta: andar con contemplaciones.
Mi madre, cuando mi hermana y yo éramos pequeñas y llevaba prisa o estaba sencillamente hasta el gorro, solía decirnos: “mira, no estoy para andar con contemplaciones”. Era una manera de saber que no estaba el horno para bollos y una se atenía a la dura realidad. La paciencia, la comprensión y demás séquito de virtudes tan necesarias para la buena y alegre convivencia se le habían terminado. Por contra, muchos años mas tarde oí decir a un sacerdote: “deberíamos salir a la calle con dos pastillas de jabón, una en cada bolsillo, para usarlas, para dar jabón, a la gente” Ambos madre y sacerdote están ya en el cielo. Por esas mismas fechas, el tiempo no tiene edad cuando se mira desde lejos, le oí decir a otro hablando de amor al prójimo:
“ En el trato con los demás tenemos que andar con contemplaciones”.Esta mañana a viendo en los e-mail una de esas “presentaciones”, que nos llegan a todos, de hermosas fotografías y escaso texto lleno de buena voluntad, que te bloquean el ordenador si no tienes banda ancha, en la que hablaba de la importancia de una sonrisa, una palmada en la espalda, o unos ojos atentos, he recordado eso de que es bueno andar con contemplaciones y también esa una canción que dice: “… Con esa mirada, siempre enamorada, con que miras Tú…”. Dejo al sabio lector porque ese Tú, va con mayúscula.