14 mayo, 2018

De mi historia


El 14 de mayo de 1995 abrí  la puerta de mi casa y cual no sería mi sorpresa al ver a mi hijo Juan, se había ido solo  a la India hacía seis meses y no había anunciado su vuelta. Fué una emoción muy grande. Estaba delgadísimo..pero ya estaba en casa.
El 14 de mayo del 2018, me ha anunciado, también sin previo aviso, que ha dado las arras para  la compra del piso que está debajo de mi casa.  Vivo sola y esto ha supuesto otra gran e inesperada alegría. El día 14 es San Matías, mí abuelo paterno a quien no conocí se llamaba así. De él se anécdotas simpáticas que me contó mi padre, aunque éste murió cuando yo tenía 17 años.. En la  exhortación apostólica “Gaudete et exáltate” del Papa Francisco he leído : “Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión (…)  Podemos decir que – y cita a Benedito XVI  “estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios (…)  muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce” El Papa habla de los santos desconocidos, sabemos también la protección de las almas del purgatorio que nos son queridas y yo no puedo dejar de pensar que Nacho no es ajeno tener a Juan por vecino… Eran amigos además de cuñados y el resto de la familia, cada cual a su modo, hemos seguido  su dura y larga enfermedad, muy de cerca. Y al contar todo esto, no sería del todo justa si no añadiera que ajena a la sorpresa que me esperaba, he rezado mucho al Beato Álvaro del Portillo para que una de mis hijas consiguiera vender su casa de Campolivar y venir a vivir a Valencia.