14 septiembre, 2015

Pequeña alegría

El año pasado con mi afán de no ir sin libro a ninguna consulta de médico, peluquería o cualquier otro sitio en que tenga que esperar perdí en una parada de autobús perdí “El hombre eterno de Chesterton”. Fue un disgusto porque era una buena edición y lo estaba releyendo una vez más. Iba en una bonita bolsa estampada y allí quedaron bolsa y libro. Ofrecí a Dios la contrariedad y deseé con todas mis fuerzas que por lo menos hubiera caído en manos de alguien inteligente. Pues bien, hace unos días releyendo – yo lo me compro aquellos libros que leeré más de una vez, los otros los leo de gorra - “Cautivado por la Alegría” de Lewis, en la que nos cuenta su camino hacia la conversión a la que no son ajenos según nos cuenta: Chesterton, Tolkien, Platon, Dante, MacDonald, Barfied… . Me encontré éste párrafo en el que habla de la gran impresión que le produjo la lectura de “El hombre eterno: “ Después leí “Everlasting Man” de Chesterton y por primera vez ví toda la concepción cristiana de la historia expuesta de una forma que parecía tener sentido. De algún modo me las ingenie para que el golpe no fuese demasiado fuerte. Recordarás que ya pensaba que Chesterton era el hombre vivo más sensato que había, “dejando a un lado su cristianismo”. Ahora creía, estoy convencido ( aunque no lo decía ) que el cristianismo mismo era muy sensato.” Creo que más pronto o más tare acabaré comprándome nuevamente “El hombre eterno”. A propósito de ese libro, ahora recuerdo que le hablé de él hace años a Ángeles una moza atractiva pero sin novio por no estar dispuesta a conceder antes de la boda lo que solo debe hacerse después de ella. Lo leyó, le gustó y acabó casándose con un médico. Y cosa curiosa, su madre, a la que conocí en la fiesta que los Salesianos hacen todos los años el día de María Auxiliadora, el 24 de mayo, me dijo que le había prometido a la Virgen ir ese día todos lo años de su vida si su hija encontraba novio… .