Jueves Santo 2015
Cuando era niña, la noche del Jueves hasta que me dormía me gustaba pensar en el Señor rezando en Getsemaní: “Padre, si es posible pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” y procuraba estar ahí, haciéndole compañía, como los apóstoles hasta que se durmieron, luego veía el prendimiento, a San Pedro cortándole la oreja a Malco…Y de alguna manera, cuando meditaba estas cosas veía los dibujos en rojo de los misterios dolorosos del rosario del pequeño misal del colegio. Recuerdo esto todos los años el Jueves Santo, por eso me alegré mucho encontrar en “La vida” de Santa Teresa de Jesús, Ed. Patmos - que estoy disfrutando mucho- lo que la santa escribe: “…muchos años, las más de las noches, antes que me durmiese – cuando me encomendaba a Dios siempre pensaba un poco en este paso de la oracióndel Huerto, aun antes de ser monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones. Y tengo para mí que por ahí gano mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber que era, y ya la costumbre me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir”. Caigo en la cuenta, que eso que me pasaba a mí de niña no solo era fruto de la piedad, sino feliz consecuencia de que a mí me educaron teresianas. Desde muy niñas conocimos la vida del Señor, su Pasión y muerte. Nada educa tanto para la vida, como conocer estas cosas, saber la impagable deuda que tenemos con Dios. Hace he tenido ocasión de volver a ver el libro “El cuarto de hora de oración de Santa Teresa”, escrito por D. Enrique de Ossó y Cervello – hoy San Enrique - que las monjas se preocupaban de que tuviéramos: “Dáme un cuarto de hora de oración y te daré el cielo” había dicho Santa Teresa. Así como también, hablando de oración : “ sabe el traidor – el demonio – que alma que tenga oración la tiene perdida”. Lo dejamos aquí: hoy es Viernes Santo y sobran las palabras.
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