08 julio, 2011

La gordita (narración)

Las tres tías Dominguez, Leonor, Pilar y Ción – Encarnación- , primas hermanas de mi padre, eran hijas de la tía Paca, hermana de mi abuelo Matías - un niño bien de Zaragoza, que tenía cabriolé cuando no lo tenía nadie- . No conocí a la tía Paca, pero ¡llamarse así, con lo hermoso que es el nombre de Francisca, tan lleno de resonancias literarias¡: Francisca se llamó la madre de Lope de Vega, la mujer de Rubén Darío y la “tata de toda la vida ” de Marcel Proust a la que no puede menos de sacar en “En busca del tiempo perdido”. Y hasta mi profesora de Literatura de bachillerato, se llamaba Mª Francisca, que tenía todo un nombre: Mª Francisca Hurtado de Mendoza, muy adecuado a las disciplinas de Historia y Literatura que impartía. Además, eso de Paca, que bien mirado suena a poca, no estaba a tono con el repostero de fieltro de colores, del escudo de los Dominguez, que ocupaba media pared del recibidor de la casa, creo recordar de semisótano como las londinenses que tenían sus hijas en la Gran –Vía de Zaragoza, y a la que mi madre de niña me llevó algunas veces.

La casa, de tres hacendosas solteras, era una cajita de bombones por lo cuidada y cuca. Por la limpieza, orden y coquetería con que estaba puesta Mi madre, nuera al fin, decía comentaba tras la visita: “¿Te das cuenta? Igualito que en casa de mamá Pilar…”. La casa de mi abuela, superpoblada y follonera en la que las grescas entre hermanos - que por otra parte se querían - eran frecuentes, desde luego era muy distinta. Poco tenían en común las primas hermanas: las Navarro Garriga y las Dominguez Navarro.

La tía Leonor, la mayor de las Dominguez, morena pizpireta y dulce me fabricó a la gordita. La gordita era una muñeca de trapo preciosa que aún recuerdo. La llevaba al retortero a juzgar por las fotos de entonces. No se que sería de ella. Ahora tengo otra gordita de trapo, sobre la cama de mi cuarto que me regaló uno de mis hijos.

La tía Ción, cuando fui moza, me hizo llegar una pequeña obrita suya sobre santa Isabel de Portugal, -que trataba en mi anterior entrada – y ese es el recuerdo que tengo suyo.

La tía Pilar- que yo encontraba sencillamente horrorosa – resulta que de joven había sido guapísima y tenía chiflado al Marqués de la Cadena, pero ella, que por lo visto no tenía cadena, no supo amarrar y un día él se cansó de sus desplantes y ella se quedó sin novio.

Si no cuentara yo esas cosas ¿quién las contaría?. Seguro que de niña se me quedarton en la cabeza para que las contara cuando ya era abuela.

1 Comentarios:

At 08 julio, 2011 21:28, Blogger filósofo escribió...

Rosa,

Buenísima su memoria ! Qué envidia ! Los que ya estudiemos con la EGB cogimos aversión a la utilización de la memoria. Luego, al incorporarnos a la Iglesia descubrimos que las 3 potencias del Alma son inteligencia, memoria y voluntad. ¡ Cuánto sabe Nuestra Santa Iglesia Católica y Apostólica ! Gracias Señor por tu Iglesia.

Saludos

 

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