El séptimo, matrimonio
Ayer, a la salida de misa de 12 de San Juan y San Vicente me encontré con Maribel y Pilar. Las tres nos conocemos desde que erámos madres de niños chicos. Cambiamos unas sabrosas palabras, como no podía ser menos dado que el lugar del encuentro y la riqueza que supone el habernos visto vivir a lo largo de casi toda una vida.
Maribel contó que tiene a su yerno Jordi – 32 años – ingresado desde enero, paralítico de cintura para abajo, a raíz de una caída de sky. Ella ya no sabe a quien rezar – y no le falta santoral - . Le dije que rezaría. No hace demasiado que mucha gente ha rezado por el trasplante de pulmones del mío. Qué gran cosa la comunión de los santos y que gran oportunidad de vivir la caridad unos con otros que al fin y a la postre es lo único que importa. Me encantó su aplomo cuando dijo: “ Desde ese día, Jordi tiene su misa diaria para que ese chico pueda andar. Aunque me quede sin dinero”. Le dije: “ Andará. Con una suegra así…”. De momento hace falta que tenga movilidad en los dedos, que no haya que darle de comer.. Nos contó que cuando va a ver a su yerno y a su hija – llevan año y medio casados -, éste sonrie, no se queja aunque tenga dolores, hace chistes…
Pilar se iba al cementerio a llevar unas flores a su marido - de la boda del pequeño de sus seis hijos que se casó el día anterior –, y a contarle la boda.
Cuando éramos jóvenes, envidiaba – discretamente - a Pilar: siempre sonriente, siempre embarazada…Nos despedimos. Maribel se iba a cuidar a su marido que está muy mal, Pilar al cementerio y yo me iba de rebajas…De las tres: una ya no tenía marido, el de la otra estaba desahuciado y el mío, aunque no viva conmigo, ante Dios lo sigue siendo, …también necesita. “dedicación”. Está visto que los hombres que nos llevaron al altar de una manera u otra “nos hacen santas”. De eso se trataba ¿no? Ya decía mi madre que el matrimonio es una cruz tan pesada que hay que llevarla entre dos.
Me fui de rebajas…, pero rezando por Jordi.
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