15 enero, 2007

La sombra de la cruz

Cuando Maribel y yo, una morena y una rubia, altas y alegres, en 2º de Químicas, fuimos juntas a conocer a la Directora de Guadalaviar – Colegio de niñas, al que han ido mis hijas y ahora van mis nietas, entonces solo Kinder- a la directora Lolita Sáez, nos recibió en el anteoratorio delante de una gran cruz de madera negra, estuvo muy agradable con ambas. Más con Maribel que conmigo,o al menos eso me pareció, quizá porque ésta era sobrina de Vicente Mortes, de Paterna, ministro de Franco y uno de los primeros miembros del Opus Deien Valencia. Su mujer Conchita le había hablado de ella. El caso es que yo al menos salí de allí con la resolución de ir los sábados a una meditación para universitarias. Era el año 59 y se estrenaba Guadalaviar. Desde entonces ha pasado una vida. Maribel y yo luchamos, cada una a su modo, en que no se pierda en nuestras vidas una chispa del desparpajo de entoces. La universidad marca o por lo menos, marcaba. Durante el año pasado leí un gran libro del que hablé aquí: “¿Por qué la cruz?”. Libro que recomendé a Maribel a quien la cruz siempre ha escandalizado un poco. Ella siempre habla de la resurrección, sin percatarse que ésta viene después de aquella. Maribel y yo nos hemos pasado hablando la vida entera, y siempre se puede decir que hemos tenido la misma conversación. Quizá respecto a ello, Miguel de Unamuno dijera: “como debe ser”. Y como la cruz llega, se cuente con ella o no, las dos cada una a nuestro modo la ha visto presente en su vida. No se porque, el otro me vino a la cabeza nuestra entrevista de mozas a su sombra. Ninguna de las dos, estoy segura, se percató entonces de ella. Pero allí estaba, podría decir que esperándonos, pero también podría decir acogiéndonos, porque la cruz consuela.