De verano y libros
Este verano me he quedado en Valencia y estoy contenta de haberlo hecho. Entre otras razones porque los hijos, cada cual con su familia, a veces complicada, agradecen el no tener que ocuparse de su madre. Además, es de justicia porque recuerdo muy bien lo feliz que me quedaba yo, cuando de joven íbamos todos a llevar a mi madre a pasar el mes de agosto en Samper de Calanda con su hermana, también viuda y nos íbamos nosotros alegremente con nuestros cuatro hijos, por esos mundos de Dios. El caso es que el quedarme sin los míos, me ha supuesto leer mucho, cosa magnífica. Me he zampado, con disfrute y aprovechamiento, las 815 págs. de “Los Buddenbroo” (Thomas Mann), plato fuerte y novela que marca porque la había leído ya, cuando tenía alrededor de los 30 y me acordaba de mucho. Luego he leído: “Dulce hogar” (1924), la recomiendo vivamente. Está editada por “Palabra” y su autora Canfield Fisher, merece ser rescatada hoy porque el tema es actual. Ahora estoy leyendo “El cura de Ars” de Francis Trochou, (“Palabra”), también la había leído pero no hace tantos años. Leer vidas de santos, serias, es buen negocio: siempre se le pega a uno algo.
1 Comentarios:
Nosotros hicimos una rutica de cinco días que incluyeron el Pilar, Lourdes y más tarde el pirineo, con visita a Torreciudad.
¡ Qué gran sorpresa Lourdes ! Era la segunda vez, pero fue extraordinario.
Hubo un tiempo que compré y leí un montón de vidas de santos, siempre eran de "Palabra". Cuanto bien me hicieron !
Recuerdo con especial cariño dos: San Damián de Molokai y San Francisco Javier. Dicen que la palabra impresiona, pero el ejemplo conmueve.... o algo así. El ejemplo de los santos es estimulante.
misael
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